El Derecho a la Comunicación y Libertad de Expresión


EL DERECHO A LA COMUNICACIÓN Y LIBERTAD DE EXPRESION

Galo Muñoz Arce*
Especial para Revista Ciudadanos LibresComunicacion participativa
Quito 29 de agosto de 2009

La libertad de expresión se ubica dentro de los fundamentos inalienables de todos los derechos humanos. Está incorporada en numerosos tratados y convenciones internacionales. La referencia citada con más frecuencia es el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir información y opiniones, el de difundirlos sin limitación de fronteras por cualquier medio de expresión”.

La libertad de expresión presupone un grupo de individuos que se comunica, cada cual con un derecho igual a concebir, impartir y recibir ideas de otros, de tal modo de llegar racionalmente a decisiones de beneficio mutuo.

Pero, ¿qué tan real es la “libertad para recibir e impartir información” para quienes apenas pueden leer y escribir?. ¿Qué tan verdadera es la libertad de “buscar y recibir información”, si los gobiernos y corporaciones no están obligados a proporcionarla?.

Vivimos una sociedad con niveles enormemente diferenciados de acceso al poder, en la que la mayor parte de la comunicación entre la gente es altamente mediada y filtrada, donde los medios de comunicación masiva, los gobiernos, las corporaciones comerciales, los grupos de presión y muchos otros compiten entre todos por captar la atención, buscando influenciar y controlar el contenido y el flujo de comunicaciones.

Hay que partir de la premisa, la comunicación no se reduce a medios masivos. Aún periste en muchos ámbitos una línea de pensamiento según la cual, la tendencia y el uso de medios tecnológicos es lo que hace que se produzca comunicación.

Las nuevas tecnologías sólo han expandido una función, la de comunicarse, que es esencial, permanente e inherente a la naturaleza social del ser humano. Los nuevos medios sólo han venido a ampliar una capacidad preexistente y a facilitar una función esencial, no a originarla. Y, eso debe tenerse en cuenta. El avance tecnológico, el progreso, es el mejor aliado para la comunicación.

Por lo tanto, el problema esencial sigue siendo el de la comunicación interhumana. Lo que debe definirse en propiedad es el proceso de la comunicación (la relación de comunicación) y no tanto la función del canal, transportador o vehículo de los mensajes encargada al medio. El medio no es la comunicación (el medio ni siquiera es el mensaje), solo desempeña una importante, específica y limitada función dentro de la relación de comunicación.

Hay que estar claros de que en este inmenso ámbito de la vida cotidiana donde producimos y recibimos discursos…todo mensaje se apoya de alguna manera en las relaciones sociales vigentes dentro de determinado grupo. Su éxito o fracaso depende del acercamiento a la vida cotidiana de los destinatarios.

La vida cotidiana constituye el espacio donde se entrecruzan todos los discursos, tanto en la recepción como en la producción. Nos comunicamos a diario para satisfacer nuestras necesidades, para expresar nuestros estados de ánimo, para rogar, pedir, ordenar, indagar, recordar, narrar. Pero nos comunicamos también para gozar del acto mismo de la comunicación.
Por lo tanto, el trabajo comunicacional, no es solo un trabajo de especialistas.

Quien pretende comunicarse con seres a los cuales nunca ha escuchado, no llega lejos. Por eso el trabajo comunicacional tendrá que ser en consulta constante con la gente, en las prácticas de validación destinadas a recoger la opinión de todos/as. .

Galo Muñoz Arce
*Corresponsal Agencia Internacional de Noticias PULSAR

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